Marta Lagos “La izquierda perdió el miedo”

Para la directora de la consultora Mori, hay datos preocupantes en el Chile actual: la ausencia de liderazgos políticos, la crisis de credibilidad de la ciudadanía, el desprecio de una mayoría por cualquiera que tenga poder, sean empresarios o políticos. Eso podría alimentar el populismo, dice.

Hace pocos días, Marta Lagos dio a conocer una encuesta sobre el estado de la política en Chile y sus liderazgos. Apareció
la desconfianza como núcleo principal. Una mayoría ciudadana no cree en el prójimo y menos en las instituciones; un dato que se viene repitiendo en varios estudios de opinión pública, pero que cobra más fuerza cuando la debilidad del sistema político se hace más palpable. Lo que dice Marta Lagos, directora de Latinobarómetro y de Mori, es que se ha instalado una peligrosa fragilidad sobre la figura de Michelle Bachelet, porque es la única líder que mantiene cercanía y credibilidad en un país que ha cambiado profunda y estructuralmente. ¿Cuál es el peligro? Gobernar con una sobrecarga de expectativas. “Bachelet llega con la fortaleza de su liderazgo más que por su programa. Evidentemente que las reformas que está impulsando van asociadas a ella, pero en el fondo son parte de su mochila”, sostiene.
–Eso es lo que dice la oposición: que la gente no votó tanto por su programa, sino por la persona de Bachelet…
–Es que es cierto. La gente confió en ella para hacer lo que es correcto, para que el país avance. En ese sentido, el paquete de reformas que ella presentó es aceptado por la población. Pero lo central no es el paquete, sino que es ella. Es Bachelet la única líder que sobresale.
–¿Y eso es bueno?
–Es frágil. El hecho de que ella sea la única que tiene credibilidad en un sistema político donde solamente el 20 por ciento cree en el prójimo y el 80 por ciento no cree en nadie, hace que el peso sea enorme para ella. Los únicos que sobresalen en la encuesta de Mori y Cerc son los profesores, los médicos y la Presidenta. No hay más. Por lo tanto, la fragilidad radica en que toda la consolidación del sistema depende de ella. Lo que es absurdo. No puede ser que un sistema político funcione con una sola persona. Necesitas una diversidad de opciones, de individuos, que expresen lo que quieren los distintos sectores de la sociedad.
–¿Cómo es eso de que no hay nadie más? En el ranking de los políticos, hay varios que mantienen buena aprobación.
–Lo que vimos en nuestro estudio es que ante la pregunta de los políticos con más futuro o quién le gustaría que fuera el próximo Presidente, hay un gran vacío. Un 56 por ciento no se manifiesta. Esta es la primera vez en 25 años que sucede algo así. Antes, siempre había un candidato posible. Una alternativa de reemplazo. En ese sentido, hay algo que cambió sustantivamente en el país. En los gobiernos anteriores, la gente tenía imágenes de los líderes que quería proyectar hacia el futuro. Hoy no los tiene. Y ése es otro factor de fragilidad para Bachelet. Es un peso para ella el que no haya nadie más. Una mochila.
–¿Cuánto influye en esa mochila una agenda que contiene varias reformas más profundas?
–Bueno, ése es el otro gran ruido que produce Bachelet. Porque hasta ahora cada gobierno se concentraba en un gran objetivo. Patricio Aylwin en la transición y la memoria. Eduardo Frei en la consolidación de lo ya alcanzado. Después vino Lagos con un acento por la infraestructura muy fuerte y la alternancia dentro de la Concertación. ¿Y qué pasó? Se fueron acumulando muchos temas como el del sistema binominal, y muchos otros, y llegó el momento en que la ciudadanía no está dispuesta a esperar. Lo quiere todo ahora y ya. Y Bachelet tiene que hacerse cargo de esa mochila, donde están todas las demandas acumuladas como la salud, la educación, el sistema político… El único liderazgo que reconoce la gente es el de ella. Luego está la nada misma.
–Pero hay una nueva coalición política que la apoya, una mayoría parlamentaria…
–Pero esa “nada” que te digo incluye también a esta nueva elite que no se consolida porque no hay credibilidad. La gran debilidad de la política es, justamente, la ausencia de credibilidad. Todo el mundo sospecha que le están pasando gato por liebre y que aquí no queda nadie íntegro.
–Dice que Bachelet es la única líder. ¿Por qué, entonces, ha ido bajando en las encuestas? Adimark ha mostrado ese descenso…
–No es para nada así. Nuestra encuesta muestra una cosa sustantiva: la fortaleza de Bachelet está en los segmentos que están mal representados por las encuestas telefónicas. Son los sectores que tienen educación básica, los más viejos y los hombres. Porque los hombres son los más difíciles de encuestar telefónicamente. Por otro lado, en un país donde un 50 por ciento de la gente no menciona nuevos liderazgos futuros, Bachelet es la primera, pero es como decir que en el país de los ciegos el tuerto es rey.
–Además del peso, ¿qué otros riesgos corre Bachelet al tener todas las esperanzas de cambio puestas en ella?
–El mensaje que intenta dar hoy, con esa suma de reformas que se ha ido acumulando, es que ella es capaz de cambiar las cosas. Hay un 80 por ciento del país que dice que quiere modificaciones. El problema es que no sabemos cuál es el cambio que quiere la gente, porque no todos quieren el mismo. Por eso que el tema de los liderazgos es tan importante. Hoy no existe un liderazgo que pueda aclarar cuáles son las diferencias de los cambios que quiere la gente. Entonces, Bachelet puede fracasar estrepitosamente porque se le está cargando una enorme aspiración por ellos. Y como esa gran transformación no se va a producir tan rápidamente, lo más probable –si la derecha se logra parar– es que se vuelva a producir la alternancia en el poder.
–¿Alternancia, aun cuando hoy la derecha esté debilitada?
–En la foto de hoy, Sebastián Piñera es el que más posibilidades tiene de ser el próximo Presidente. El es la única persona de derecha que está en la lista de los presidenciables junto con Allamand. Mi punto es que Bachelet va a gastar todo su capital político por sacar adelante sus reformas. Ella está empeñada en hacer las cosas que nadie hizo antes, y va a gastar su liderazgo en eso. Y ahí, Piñera es la mejor carta.
–Si es que los partidos de derecha lo apoyan. Porque eso no está tan claro…
–A lo mejor no es la persona que le gustaría a la derecha, pero a la hora de los “quiubos” el poder pesa. Ahora, no sé qué papel podría jugar Andrés Velasco en todo esto. Porque él podría desordenar el pastel.
–¿No lo habrá afectado el caso Penta?
–Yo creo que sí, pero también es cierto que el caso Penta le hizo una propaganda increíble a Velasco. Aumentaron sus menciones y, al final, terminó siendo un candidato nacional. Y, cuidado, influye también el factor de que la gente mira con mucha suspicacia cuando alguien es atacado. Generalmente solidariza con él. Puede que hayan crecido sus enemigos, pero el capital político de Velasco también creció.
–¿Y qué pasa con Marco Enríquez-Ominami?
–De seguro, Marco va a ser el candidato de la izquierda. El problema es qué pasa con la DC, porque no la veo votando por MEO. Lo complicado es que con la ausencia de liderazgos potentes, puede aparecer un candidato de la nada y dar muchas sorpresas.

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NI DERECHA NI IZQUIERDA
–Si Bachelet está sola en su liderazgo, ¿no debiera tener al lado un gabinete más potente?
–Es cierto que su gabinete no ronca; no tiene gran peso político, pero también es cierto que aquí hay mucho prejuicio. Muchos han mirado con desprecio al ministro Rodrigo Peñailillo y a Alberto Arenas. Incluso, he escuchado por ahí que algunos dicen que a Arenas no lo quieren porque no veranea en Zapallar. Sin embargo, dicen, estos gallos han hecho más de lo que ha hecho cualquier otro gabinete desde el año 90 en adelante. Entonces, ¿cómo es la cosa? Hay algo que no cuadra. Estamos hablando del gabinete más productivo y que más leyes ha despachado. Tiendo a pensar que aquí hay un ninguneo muy fuerte. El tema es que este país está hecho en cuadritos, en patrones y el rechazo del establishment sobre esos patrones es lo que está haciendo que este gabinete no tenga peso.
–También está la tensión entre la generación de la Concertación y este nuevo plantel. ¿Qué explicaría ese tironeo? ¿Será que es una generación más nítidamente de izquierda?
–Se ha dicho mucho que aquí hay un espíritu de venganza, de revancha, de la nueva generación. Yo creo que efectivamente hay una arrogancia de la izquierda en creer que tiene la interpretación correcta de la realidad. Eso se lo tuvieron que guardar por mucho tiempo y ahora lo están mostrando por primera vez. O sea, lo que piensan actualmente lo han pensado siempre, pero esta vez lo están diciendo abiertamente. ¿Por qué? Porque a la izquierda se le quitó el miedo.
–¿Cómo es eso?
–Que si miramos lo que está pasando hoy en el país, es porque a una buena parte de la izquierda se le quitó el miedo. En los gobiernos de Aylwin, de Lagos, muchos te decían que era necesario actuar con cautela porque no podían hacer otra cosa. ¿Y qué cambió entre antes y ahora? Porque no es cierto que el país sea hoy más de izquierda que en el pasado. La escala izquierda-derecha de la gente no se ha movido. Es a la elite de izquierda que se le quitó el miedo. La ciudadanía sigue pensando lo mismo. Quieren más igualdad. Lo vienen diciendo desde fines de los años 90. Y esa línea que marca igualdad versus libertad está detenida.
–¿Es cierto, entonces, que el núcleo de las demandas es por mayor igualdad?
–Absolutamente. Es una demanda inelástica. Los chilenos no se van a mover de ahí. Piensa que hay un 62 por ciento del país que dice que es de clase baja. Entonces, cuando el gobierno habla de la clase media, en realidad le está hablando a los ricos. ¿Y por qué esa gente que tiene su casita, su trabajo, se siente de clase baja? No es porque le falte plata, es porque le falta igualdad. Los chilenos quieren bienes políticos. En ese sentido, hay una lectura atrasada. Por ejemplo, en la igualdad ante la ley, la mayoría de los chilenos siente que no va a cambiar. Y eso no pasa por una ley. Es un cambio cultural. Porque si el que cruza la calle es un tipo de cuello y corbata, lo dejan pasar, pero al que viene con ojotas, le tiran el auto encima. Esa es la igualdad que quiere la gente. Y, además, como al frente tenemos un empresariado que tiene chipe libre, la gente siente que no hay trato igualitario…
–Pero el empresariado está en un mal momento. Eso puede estar influyendo también, ¿no?
–Para ser justos, los empresarios no están más mal que los políticos. El problema es con los poderosos en general. Entonces, éste no es el mundo contra los empresarios, sino contra todo aquel que tenga poder, y que decide por mí y no hace las cosas que yo quiero.
–Suena como a tiranía ciudadana…
–Absolutamente. Y eso es muy peligroso, porque cuando tienes que uno de cada dos chilenos patea lo establecido, mañana puede surgir un candidato de la nada. Hay un riesgo muy alto de populismo.

Fuente: Revista Cosas

http://www.cosas.com/2014/11/marta-lagos-la-izquierda-perdio-el-miedo/

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by mori